Hay dos opciones al momento de crear un negocio. Puede ser una aventura emocionante o una pesadilla legal. Por eso, elegir la figura jurídica adecuada es una decisión estratégica y ahí es donde la Sociedad de Responsabilidad Limitada aparece como una alternativa atractiva para quienes desean comenzar con el pie derecho.
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¿Qué hace especial a esta sociedad limitada?
Esta forma empresarial permite que entre dos y cincuenta personas formen una empresa con reglas claras, aportes definidos y una característica clave: la responsabilidad está limitada al capital que cada socio entrega. Si las cosas no resultan como se esperaba, los socios no arriesgan su patrimonio personal, ¡solo lo que pusieron en la empresa!
Este modelo es ideal para negocios familiares, emprendimientos entre amigos o alianzas profesionales. Tiene un marco legal más formal que una EIRL, pero sin la complejidad de una Sociedad Anónima. También, entrega una imagen de seriedad que abre puertas con bancos, proveedores y clientes; asunto no menor.
¿Cómo se formaliza?
Su constitución es relativamente sencilla. Puede hacerse por escritura pública o a través del sistema “Empresa en un día”, pero siempre se deben fijar claramente los aportes, el objeto del negocio y las normas de administración. Una vez inscrita y publicada, solo queda dar aviso al SII e iniciar actividades.
Una empresa limitada. permite acordar libremente cómo repartir las utilidades. No necesita dividirse en acciones, lo que la hace menos rígida. Pero exige confianza entre los socios, pues salir de la sociedad no es tan simple como vender una acción.
¿Vale la pena?
Para muchos emprendedores, es la forma más segura de formalizar una idea sin arriesgarlo todo. Y lo mejor es que no se necesita ser un experto en leyes, solo tener una visión clara, buenos socios y las ganas de hacer empresa.
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